Pasaje clave: Génesis
12:1-8.
Seguramente
Abram se encontraba muy cómodo con su familia y sus tiendas en Harán, hasta el
día en que Dios lo llamó. Y cuando Dios llama, no nos podemos hacer los
distraídos. ¿Sabes? Dios nunca llama a alguien para hacerle perder el
tiempo. Cuando Él llama siempre es con un propósito.
Primero, Dios
te llamó para que seas salvo, para que recibas vida eterna y perdón de tus
pecados. Para que tengas una relación personal con Jesús.
Pero de ahora
en más, Él te llama para que te comprometas intensamente con su vida y con su
Reino. Y a cambio de tu compromiso Él te promete bendecirte en todas las áreas
de tu vida. Dios te
llama, no te hagas el distraído.
No todo fue
agradable para Abram, porque hubo algo en lo que él no obedeció el llamado de
Dios. ¿Cuál fue esa excepción? (12:4-5).
Abram continúa
su viaje y nuevamente se le presenta Dios y le aclara más las
cosas. Abraham entonces levanta un altar (12:7). El altar es
un símbolo de comunión. Levantas un altar cada vez que te humillas delante de
Dios, cada vez que lo adoras, cada vez que renuncias por amor a todo aquello
que afecta negativamente tu vida, cada vez que lo buscas en oración.
Pero aún
hay algo más. ¿Dónde instala Abram su tienda y qué hace? (12:8).
¿Sabías que
Bet-el significa “Casa de Dios” y que Hai significa “Ruina”?
¡Y él acampó
entre ambos lugares! Si sus decisiones eran correctas iría hacia “la casa de
Dios”, pero si sus decisiones eran erradas lo conducirían hacia la “ruina”.
Dios lo llamó a
Abram y le prometió bendecirlo y multiplicarlo. A cambio, él tenía que dejar su
tierra (donde practicaban el culto de adoración a la luna), su parentela (todos
ellos se asentaron en Harán para continuar la práctica de aquel culto) y la
casa de su padre (porque Dios quería comenzar algo exclusivamente nuevo con él
y con su esposa).
Piensa un poco
en ti mismo. Piensa en tus amistades, diversiones, sentimientos, proyectos
futuros, pecados, música, hobbies, TV, videojuegos, conversaciones, vicios,
sexo… ¿cuáles son las cosas que te están impidiendo seguir el llamado de Dios
para tu vida y qué cosas, sí o sí, deberías dejar porque pueden llegar a
conducirte a la ruina?
“Dejar” no
significa volverte “tonto”, “bobo”, o “amargado”. Por el contrario, cuanto más
lugar le das a Dios en tu vida privada (y pública) más aprendes a disfrutar con
libertad de todas las cosas (y personas) que sean sanas y santas.
Piénsalo.
Dios te llamó
porque tiene propósitos muy fuertes para ti, pero es necesario que renuncies a
todo lo que sea un estorbo entre tú y Él. No son solo los amigos o los lugares
a los que asistes las únicas cosas que te puedan estorbar. ¿Y tu manera de
pensar? ¿Y las cosas que sientes? Especialmente cuando lo cuestionas a Dios o
cuando no quieres obedecerlo en todo.
Seguir el
llamado de Dios es mucho más que hacer algo en la iglesia, es estar
comprometido con su santidad todos los días.
Extracto del libro: “Desafíos Para Jóvenes y
Adolescentes: Génesis”
Por Edgardo Tosoni
Por Edgardo Tosoni
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