viernes, 28 de febrero de 2014

DORMIDO EN EL JUICIO

Fue un bostezo enorme, prolongado y sonoro. Estuvo seguido de un estirar de brazos, un suspiro y un cerrar de ojos. Y luego el hombre se durmió profunda, tranquila y totalmente, indiferente a todo lo que lo rodeaba.

Pierre Dupier, francés, de treinta y nueve años de edad, se había dormido ante un tribunal de París cuando se le juzgaba por el delito de narcotráfico. Como el hombre durmió durante todo el proceso, el juez decidió juzgarlo en otra ocasión en que estuviera despierto. «Mientras éste sufra de apnea obstructiva, la enfermedad del sueño —dijo el juez—, no se le podrá juzgar.»

He aquí a un hombre que, si se quiere, se salió con la suya. Padece una rara enfermedad, «apnea obstructiva». Cuando le da por dormir, sencillamente se queda rendido aunque disparen cañonazos a su lado. Como se durmió en el juicio, y no escuchó nada de los cargos que se le imputaban, no se le pudo juzgar.

No podemos menos que preguntarnos: ¿Cuántos hay en este mundo que, sin padecer de la enfermedad del sueño, se duermen en lo más importante de la vida? Hay hombres, por ejemplo, que parecen dormirse cuando se trata de llevar dinero a la casa para alimentar a los hijos y pagar las cuentas.

Otros, sin tener el cerebro dormido, parecen tener dormida la conciencia. Pueden cometer cualquier fechoría, cualquier delito moral, sin siquiera inmutarse. Más que conciencia dormida parecen tener la conciencia muerta.

Otros duermen profundamente sin oír el clamor de su esposa abandonada, o el llanto de sus hijitos con hambre, o el gemido de los padres ancianos que viven en la miseria. Duermen profundamente ante su deber moral, sin necesidad de alcohol, ni de droga, ni de somníferos ni de “apnea obstructiva”.

Para todos estos que duermen delante de Dios y de su responsabilidad moral, hay un texto bíblico apropiado: «Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo» (Efesios 5:14). Estar dormido, sordo e inconsciente a la realidad moral de la vida es igual que estar muerto.

Debemos reaccionar y despertar del letargo moral. Tenemos que abrir los ojos y los oídos. Y debemos escuchar a Jesucristo que nos llama a una vida recta, justa, moral y limpia. Si seguimos moral y espiritualmente dormidos, nuestro sueño nos llevará a la perdición eterna.

Cristo está llamando hoy y está llamando ahora. ¡Despertemos!

por el Hermano Pablo

domingo, 9 de febrero de 2014

Sentirse “como en casa” en la presencia de Dios



“Señor, tú nos has sido refugio De generación en generación.” (Salmo 90:1 RVR60)

Tras una jornada laboral intensa, es fabuloso llegar a casa, ese lugar que conoces y donde te puedes descalzar, estar en bata y no preocuparte de lo que piensen los demás. Y hablando de forma reverente, la presencia de Dios puede ser algo así de familiar y de cómodo. Aprenderás a acudir allí para obtener fortaleza, protección y guía. Dios quiere que te sientas “como en casa” en su presencia y que seas consciente de su cercanía en todo momento. A veces pensamos que Dios es una deidad, objeto de debate, en lugar de un lugar donde morar. Pero Él quiere que lo veamos como Aquél en quien “…vivimos, nos movemos y existimos”

Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos.
 (Hechos 17:28 RVR69).

Cuando Dios condujo a los hijos de Israel por el desierto, no se manifestaba ante ellos una vez al día y luego desaparecía, sino que su columna de fuego les acompañaba toda la noche y la nube los cubría durante el día. Dios no nos deja nunca. Jesús prometió:  

enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí YO ESTOY CON VOSOTROS TODOS LOS DIAS, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28:20 RVR60).

Dijo el salmista: Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré;
Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida,
Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo. (Salmo 27:4).

A lo mejor piensas: ‘Eso suena muy bonito; yo también quisiera vivir en la casa de Dios, pero estoy estancado en la realidad del mundo.’ Lo único que te separa de la presencia de Dios es una decisión de tu parte. ¡No tienes que cambiar de dirección, sino de percepción! Vayas donde vayas hoy y enfrentes lo que enfrentes, recuerda: ‘¡Él está contigo!’

Bendiciones.

Publicado en devocionalescristianos.org
modificado
http://www.devocionalescristianos.org/2012/05/sentirse-como-en-casa-en-la-presencia-de-dios.html?awt_l=5eRbo&awt_m=3jz631Ydxt072AP